miércoles, 26 de febrero de 2014

Silencio

De pequeño me cosieron la boca, me unieron los labios con un hilo transparente. Podían verse los dientes blancos y enfilados, pero el nudo que apretaba los labios no dejaba expresarme.
Y es que me enseñaron a no hablar para no mentir, preferían el silencio antes de que se dañara la integridad de mi mente.
Subir al precipicio del deseo y luego caer sería lo último, una locura que espantaría a la sensatez, me decían. Una ternura demasiado plácida para ser cierta.
Me enseñaron a callar por el “que dirán” de los aburridos, a no mirar fijamente por si adivinaban mis pensamientos. Me advirtieron que la disciplina es el pan que alimenta la tranquilidad.
Estrecheces mundanas.
Pero hablar es sano, adelgazas con cada frase que liberas de la cárcel del miedo, sueltas el lastre que aprisiona tus huesos y respiras mejor.
Hablar es oxígeno, es abrir el espacio que ocupan los malogrados pensamientos. Después puedes comer porque desatas al estómago que está encogido, te desnudas, sientes el frescor de la libertad, redimes lo que creías olvidado y renaces.
Es como pasar página sin dejar de verla, como si pudieras conservar en tu memoria los párrafos leídos y adivinar el contenido de cada libro sin que esté escrito.
Hay quien ha muerto por sus palabras, quien ha matado por hablar, quien muere hablando. 
Yo prefiero mil veces sucumbir a la desdicha de una palabra, someterme a un verbo sabroso, contemplar el temblor de una boca tartamuda antes de padecer callado o de vivir atado a un pensamiento sin sonido.

Prefiero morir mil veces antes que vivir en silencio sin poder hablarte.

6 comentarios:

  1. Acabo de comentar que me parece muy bueno, tanto en la forma coo en el fondo. No se dónde ha ido a parar el comentario.
    A ver si va a ser verdad eso de que las palabras se las lleva el viento...

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  2. Jaja, por Dios Ana que no se lleve las tuyas que son imprescindibles para muchos.

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  3. Y por fin has hablado, y de qué manera. También ha merecido la pena tanto silencio, tanta espera. Enhorabuena.

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  4. Mi abuelo soñaba de cremalleras en las bocas de sus nietas habladoras y tenemos la expresión "bouche cousue", boca cosida como en esta foto tremenda.
    Enhorabuena por este elogio de la palabra.

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  5. Precioso elogio del verbo, Inma, que gracias a Candelaria Villavicencio he leído. Me pasearé por estas calles de vez en cuando en adelante.
    Balbi Mar

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    1. Gracias Balbina por tus palabras. Te doy la bienvenida a mi humilde gaveta

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