domingo, 8 de junio de 2014

Petróleo

Colina pintó de azul su habitación.
Desde que su padre le dijo que algún día el mar cambiaría de color, que varios gigantes de hierro romperían el fondo y teñirían de negro sus aguas, no podía dejar de pensar que el color azul moriría.
Colina aprendió a distinguir el color azul mirando al acéano, bañándose en sus aguas, repitiendo en clase: el mar es azul.
No hay azul más intenso, ni más hondo. ni más grande que el azul del mar.
Los fondos marinos se llenarán de un negro espeso, se teñirán de un negro opaco.
No se podrá ver al calamar, ni al delfín, ni a las ballenas pilotos, tampoco dejará que las algas moteen de verde la superficie, la arena se convertirá en fango que atrape a las aves cubriendo sus plumas de chapapote y millones de niños no podrán contemplar la inmensidad azul que envuelve al mar.
Colina no quiere estar rodeada por un negro pastoso, ni quiere bañarse en un negro denso y maloliente, no quiere ver los atardeceres reflejados de oscuridad, ni despertar con el horizonte teñido de grasa negra.
Por eso ha elegido el color azul en sus paredes, para no olvidarse de que su color preferido, el mejor color, el más puro y cristalino es el azul del mar, el azul marino.

4 comentarios:

  1. Qué bonito, tanto el color como el relato <3.

    Saluditos :-).

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  2. Ya falta menos para que la profecía del padre se haga realidad, y algunos, en el futuro, cuando lean este texto tan hermoso, no entenderán del todo su significado, más que nada porque los colores y sus matices serán imposibles.

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